SÍNDROME GENERAL DE ADAPTACIÓN

El estrés es la reacción psíquica, emocional y conductual de una persona ante la vivencia  real o imaginaria de un  acontecimiento vital estresante (AVE), donde la psiqui interpreta el suceso como una amenaza y cuya magnitud excede los recursos de afrontamiento del sujeto y pone en peligro el bienestar individual o social. 

 




Cuando un sujeto se encuentra ante un acontecimiento vital estresante  (AVE), real o imaginario, la Psique recibe la información y la comunica al área que siente o emocional, que activa el sistema psiconeuroinmunoendocrino (PNIE), con la finalidad de defender al organismo ante la amenaza. Para ello genera cambios fisiológicos llamado Síndrome General de Adaptación (SGA).
El Síndrome general de adaptación (SGA)  se sucede en varias etapas.

Fase de alarma: En esta fase, la psique(P) percibe la amenaza y lo comunica de inmediato al área (S) emocional.  que activa el sistema nervioso simpático (N), liberando adrenalina y noradrenalina, dos neurotransmisores, que preparan al individuo para luchar o correr, pero  que, también, aumenta la tensión arterial, la frecuencia cardíaca y  respiratoria, con la finalidad de enviar mayor cantidad de sangre y oxigeno al cerebro, músculos y órganos vitales cuya finalidad es responder a la exigencias del momento. Las pupilas se agrandan para ampliar el campo visual y ponerse en posición de lucha o fuga. Aumenta  la sudoración en la frente, axilas, manos y pies,  para disminuir el exceso de calor por el mayor consumo de energía. La digestión se paraliza, la boca se reseca, los intestinos se inmovilizan para ahorrar energías. El hígado moviliza sus reservas de azúcar para sumar energías contra la amenaza. La sangre  incrementa los factores de coagulación para prevenir hemorragias en caso de heridas.

Superada la emergencia, la rama parasimpática del sistema nervioso asume el control, restableciendo  la normalidad  del organismo. Se restablece el equilibrio fisiológico alterado. Las escenas vividas quedan grabadas, algunas son recordadas y otras olvidadas. Pero siempre algunos detalles quedan por mucho tiempo, o tal vez, toda la vida en nuestro mundo subconsciente originando un estrés postraumático.

De prolongarse el estado de alarma por la persistencia del peligro, o bien, porque el pensamiento del sujeto mantiene la percepción de amenaza, el organismo pasa a la fase de adaptación.  

Fase de adaptación: la persistencia del peligro prolonga el estado de alarma, lo cual requiere mayor aporte de recursos para afrontar la amenaza. Ante esta situación se activa,  el sistema inmunológico para atacar posibles infecciónes de  heridas en órganos o tejidos por penetración de cuerpo extraños .

El sistema endocrino incrementa la cortisona, a fin de mantener el mecanismo de lucha o fuga mientras persista la amenaza. La cortisona incrementa la producción de azúcar en la sangre, moviliza las grasas y las proteínas como fuente alterna de energía, permitiendo al cerebro y al organismo mantener la lucha por el tiempo que sea necesario.  

Fase de claudicación. Si el apoyo brindado por el PNIE es insuficiente para superar la crisis y se mantiene la amenaza,  el organismo utiliza al máximo sus reservas energéticas disponibles, con implicaciones de graves daños a la salud del individuo y la puesta en peligro su sobre vivencia. 

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